Con su campana de plata
y sordo por los caminos
he decidido ignorarla.
Ella va acechando
sigilosa a mis espaldas,
yo, con paso ligero
me alejo de su guadaña.
Furiosa toma un atajo
y agazapada me aguarda
en una esquina de sombras
a mi vida pone trampas.
Pero, quién nació tramposo
como yo, más me valga
le mienta y que no sepa
el camino de mi casa.
Ella manda recados
Y que a su cita no falte,
pero tendrá que esperar
que de vivir yo me canse
¡que no ha de ser su impaciencia!
que venga a apurar mi sangre.
Muerte si mi vida quieres
¡habrás de saber esperarme!
No hay comentarios:
Publicar un comentario