Negros nubarrones en el cielo de mi alma,
róbanme la calma, el deseo de vivir,
algo me trae un olor a muerte,
tal vez mi mala suerte,
mi desgracia,
mi sufrir.
Engendros infernales tocan sinfonías,
dolientes y dolidas con cantos lastimeros
de negro van vestidas lloriqueando por ahí,
mientras Marcial, el sepulturero,
prepara con esmero un sepulcro para mí.
Todo tormento en la vida he padecido
y he sufrido tanto que estoy por reventar,
por ello me rebelo de esta mala suerte
y hoy a la muerte vengo a desafiar.
Quiero ver sufrir, llorar al penitente
y al macho más valiente verle suplicar.
Quiero que se parta en dos el firmamento
y todas las estrellas comiencen a caer,
quiero ver la noche más negra de las noches
quiero ver al mundo de pestes padecer.
Quiero que los muertos
se levanten de sus tumbas
como almas en penumbra
muriendose otra vez,
que la paz no exista, que nadie la disfrute,
que nunca en el amor jamás puedan creer.
Por las calles quiero ver como se arrastran
reventados, mutilados,
y heridos por doquier,
engendros infernales de guerras portentosas,
asesinos del Averno, torturando quiero ver.
Y es por este odio que llevo en las entrañas
que me ha podrido el alma,
lo íntimo del ser.
Es por este odio que tu me has enseñado,
te odio con la fuerza
que el odio puede darme
¡te odio!... ¡te odio tanto!
¡Maldita mujer!
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